Por Ana BCamponovo
Recopilamos artículos publicados en diversos medios en diciembre de 2010 que creemos hay que tener en cuenta al hablar de humor y un video ”El cerebro feliz”, realizado por la universidad de Navarra.
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"El cerebro feliz"
Nos alegramos de compartir estos hallazgos que, aunque han cumplido dos años, falta integrarlos, asimilarlos y disfrutarlos. Imaginen, si la física cuántica tiene más de un siglo y continuamos con una forma de pensar newtoniana, es probable que integrar nuevas creencias respecto a la mujer, al hombre y a la especie humana, nos lleve un tiempito. Por ello es tan necesario revelar lo revelado muchas veces. Ni qué decir acerca de los testimonios de miles de años que nos han dado sabias, sabios, seres liberados, etc. y que no terminan de ser incorporados en una humanidad que, aún teniendo todas las condiciones que permiten una evolución hacia otras dimensiones, continúa atascada, tropezando una y otra vez con la misma piedra. Y , a propósito del humor, ¿quién habrá inventado la tal piedra?
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Artículos
Si ella no se ríe de aquel chiste, o él se parte de risa por cualquier tontería, no se trata de que él o ella sea extraño, que tenga o no sentido del humor. La diferencia entre sus carcajadas y las de su pareja no es más que un síntoma de nuestras diferencias cerebrales. Porque podemos ser equivalentes, pero no somos iguales. Hasta reímos distinto. A los hombres les basta con un chiste absurdo, ellas necesitan que lo absurdo sea divertido.
El hombre cuenta más chistes pero la mujer ríe más, dado que genéticamente difieren sus estrategias cerebrales para procesar las situaciones absurdas que desencadenan la risa, que es algo innato al ser humano.
Así se explica en un vídeo divulgativo llamado “Cerebro feliz: la risa y el sentido del humor”, presentado por la catedrática de Bioquímica de la Universidad de Navarra Natalia López Moratalla, sobre cómo procesa el cerebro las situaciones absurdas y cuál es el proceso que se desencadena cerebralmente desde que se cuenta un chiste hasta que la gente se ríe.«Cuando nos enfrentamos a un chiste, utilizamos estrategias distintas», dice la investigadora.
A partir de nuevas técnicas de resonancia magnética con el uso de neuroimágenes y la lectura de chistes en cartones y la representación de escenas cómicas, se han analizado las zonas del cerebro que se activan o silencian en los hombres y las mujeres cuando se les plantea una situación absurda, y cómo se integra lo emocional y lo cognitivo en los procesos que desencadenan la risa.
Las diferencias no sólo proceden del número de neuronas en determinadas zonas del cerebro de unos y otras, sino además a las conexiones neuronales entre ambos hemisferios en los hombres respecto a las mujeres. Pese a los condicionantes sociales o culturales, añadidos a los factores cromosómicos para procesar la risa, cuyas diferencias en los hombres y las mujeres se acentúan a lo largo del tiempo, los genes del cerebro se encuentran fundamentalmente en el cromosoma “X”, lo que implica dosis dobles en la mujer respecto al varón. No obstante, el cromosoma “Y” masculino incluye en el caso de la especie humana un gen sobre caracterización del cerebro, ha recordado la experta. Las diferencias en la cantidad de expresión de los genes influyen en gran medida en el hecho de que el cerebro se vaya desarrollando de una manera u otra en el caso del niño o la niña desde la gestación.
Se ha comprobado que ellos y ellas procesan distinto lo divertido, ya que las mujeres activan más las zonas cerebrales relacionadas con el procesamiento del lenguaje, y disfrutan más del humor, es decir, se ríen más. Por el contrario, “el cerebro masculino no integra tanto lo emotivo”.
El primer paso de toda risa es entender el chiste, una historia con un giro argumental inesperado, detectado por una ‘central de errores’ que nos instala en lo absurdo, lo ilógico. “Ellas utilizan más áreas del cerebro para entender el lenguaje, pues captan más detalles”.
Según López Moratalla, la detección de errores tiene “una recompensa innata” que desencadena la risa y produce una liberación de dopamina, que es la hormona de la felicidad. La risa, que es la expresión espontánea del regocijo, es innata, genética, aparte de universal, y se da en todas las personas, de modo que, por ejemplo, los ciegos se ríen con un chiste, aun sin haber visto nunca a nadie sonreír. Lo que sí es cultural es la forma de expresar o reprimir el regocijo dependiendo de las distintas comunidades, según la investigadora.
Hasta que se desencadena la risa, primero se tiene que entender el chiste, luego encontrarlo divertido y finalmente reír, unos pasos que se van registrando en distintas zonas del cerebro, y que requieren de “una mente ágil y flexible”; por eso, a menudo los niños no entienden los chistes.
¿Qué es divertido? “Eso es algo muy personal, pero a las mujeres les sirven menos cosas”. A la mayoría, le hacen gracia los chistes de la guerra de sexos, por “esa tendencia de las bromas de hacerse superior al otro”. Les gustan, claro, los que se meten con los hombres; los demás, no tanto. “Ellos se ríen más de ellos mismos”. Y ellas son más complejas, o los hombres más simples en cuanto al humor. “No sólo en cuanto a la risa, sino que los hombres son más simples en todo, pues las mujeres tienen más repartidas las funciones en el cerebro. Ellas son más emocionales.
Un ejemplo. Una persona traza una ruta para orientarse en una ciudad: “Una mujer toma por referencias un color, algo que la ha gustado o algo que le disgusta… Los hombres se mueven por kilómetros, son más racionales. No quiere decir que sean unos más efectivos que otras, pero utilizan, también para la risa, diferentes estrategias. Lo comparo a un mapa de metro: para ir de un punto a otro, se pueden tomar varias rutas aunque el resultado sea el mismo”.
Pero, ¿Qué necesita uno para reírse? En primer lugar, la capacidad del lenguaje, para poder entender el chiste. Por eso, los animales no se ríen, ni siquiera algunos como los babuinos y los chimpancés, que usualmente utilizan las muecas de la carcajada para expresar otras situaciones, como el peligro o la alerta, nada de bromas.